Estamos viviendo unos momentos insólitos y nuevos para todos. Poco a poco, después de la vorágine de los primeros días, vamos adaptándonos como podemos a esta nueva situación.

Es verdad, que es una situación dura para las familias, desde muchos puntos de vista pero también están surgiendo oportunidades, como en toda crisis, oportunidades en las que nuestros hijos e hijas pueden obtener valiosos aprendizajes:

  • Oportunidad para participar más en el nosotros social.

 

Qué importante es que expliquemos a nuestros hijos (si son pequeños) porque aplaudimos todos los días a las ocho y que sean partícipes de este acto emocionante, que nos hace hacer un hueco en el ajetreo de nuestro cautiverio para pensar, aunque sólo sea por unos minutos, en las personas que se están dejando la piel por nosotros.

 

Nos permite empatizar con ellos y hacer algo para apoyarles (porque ellos dicen que les dan mucho ánimo nuestros aplausos).

 

Nuestros hijos están aprendiendo también, al encontrarnos con nuestros vecinos puntualmente todos los días, que las penas, compartidas, son menos penas, o como decimos los psicólogos, más pomposamente, sobre la importancia de compartir nuestras vivencias, que es ya en sí, una experiencia transformadora.

 

Pero es que aparte del aplauso, están surgiendo muchas iniciativas solidarias, ya sea a una mayor escala (como profesionales que ofrecen sus servicios de forma altruista) o en las redes (como las cartas a los pacientes hospitalizados) o videos y mensajes de humor, de cariño para abuelos, maestros, amigos, más o menos afectados por esta pandemia.

 

Y muchas veces nuestros hijos están sin duda siendo partícipes, incluso a veces, son ellos los que están teniendo la idea de formas de hacer algo por otros. (Hay adolescentes y jóvenes que se están ofreciendo a ayudar a sus vecinos de más edad a hacer la compra, a hacer recados).

 

Con lo cual, ganan en autoestima y en confianza de su capacidad de crear, de tener un papel activo y van entendiendo que no todo está hecho o no todo me lo tienen que hacer, no se convierten en individuos que tanto tememos los psicólogos, “personas pasivas en estado de queja, de reclamación permanente”.

 

  • Oportunidad para participar más en el nosotros familiar

 

Es cierto que nuestros hijos van a estar en momentos más nerviosos porque sin duda es una situación incómoda que les impide expandirse todo lo que necesitan. Por eso la situación exige, sin duda, de mayor flexibilidad y paciencia.

 

Pero también es un gran momento para que entiendan mejor que también tienen su parte de responsabilidad en que la familia como grupo funcione y está claro que ellos también tienen que cumplir con su parte y los padres son los que tienen que velar por ello.

 

Por eso, nuestra recomendación es que flexibilidad y paciencia sí, pero padres y madres que tragan con todo porque “los pobres, es que están muy nerviosos”, pues, tampoco.

 

Si tu hijo habla con un nivel altísimo todo el rato, lo normal es que cree un nivel de crispación en la familia que dificulte la convivencia, por eso, los padres deben hacerle entender que tiene que hablar más bajo para que la familia como grupo pueda estar más a gusto.

 

Si se ha pactado un momento de descanso en la familia, por ejemplo, un rato después de comer en el que puede haber siesta o simplemente descanso, cada uno por su lado o los padres juntos. Pues ese momento es importante que nuestros hijos también entiendan que es necesario respetarlo.

 

Si tu hijo/a tiene que, barrer la cocina, poner el friegaplatos, tender la ropa, etc., ya sea porque uno de los padres trabaja o está en cuarentena o simplemente porque es necesario, no puede dejar de hacerlo.

 

Es un buen momento también para que nuestros hijos afiancen o aprendan más   responsabilidades porque se sienten orgullosos si están siendo útiles de verdad a sus padres.

 

Y si cuesta que asuman ciertas responsabilidades, los padres tenemos que insistir en que lo hagan y no nos tenemos que sentir tan mal, tan autoritarios, tiranos, culpables por hacer cumplir unas normas, por descansar.

Y es que en el fondo nos cuenta entender, que no lo hacemos por arbitrariedad, capricho o egoísmo, sino que lo hacemos para que el grupo-familia funcione.

 

Si nosotros entendemos con más claridad lo importante que es y nos quitamos fantasmas internos, nos vamos a sentir mejor y por lo tanto, lo vamos a transmitir con más firmeza y nuestros hijos, sin duda, van a entender mejor el aprendizajes tan valiosos como la cooperación, la negociación y la capacidad de esperar para satisfacer las demandas.

 

  • Oportunidad para bajar nuestro nivel de autoexigencia.

 

De estos días parece de las preocupaciones más acuciantes surgían dos preguntas:

¿Cómo nos vamos a apañar con los tareas escolares?

¿Cómo les vamos a entretener?

 

Respecto a la primera, podemos empezar por cambiar la pregunta: ¿Cómo se va a apañar mi hijo/a? ¿Y qué puedo hacer yo para ayudarlo? (a los psicólogos nos gusta más acompañarlo, que es quizás menos padre solucionador)

 

Es cierto que, dada la situación tan repentina, está habiendo ciertas dificultades para organizarse en los centros escolares. Pero es cierto que los profesores están haciendo un gran esfuerzo y están surgiendo alternativas como las clases on-line o las comunicaciones directas vía email o por videoconferencia con los alumnos.

 

Sé que puede ser difícil, pero padres, resistiros para tomar el mando. Haced sugerencias a vuestros hijos, pero intentad todo lo posible, para que sea el alumno el que se comunique con el profesor, en el que le plantee las cuestiones. Porque en cierta manera una comunicación tan directa con el profesor no la tenía de modo presencial y es un modo estupendo de fomentar una mayor autonomía y responsabilidad del alumnos en sus tareas escolares, tarea pendiente de muchos alumnos…y de muchos padres y madres.

 

Y respecto a su tiempo libre, los padres estamos buscando alternativas, multitud de ideas y algunas son sin duda geniales y estamos disfrutando de ellas con nuestros hijos. El otro día, mi hijo de 3 años y yo disfrutamos como enanos haciendo un juego de la oca deportivo.

Pero por favor, que nos conocemos, que no se convierta en un “horror vacui” y nuestros hij@s tengan que estar todo el rato entretenidos por sus padres “monitores de tiempo libre”. Que puedan aburrirse, que jueguen, que jueguen entre ellos, que se peleen, que jueguen solos, que a veces vean la tele o la tablet, pues también.

 

  • Oportunidad para permitirnos días malos, días regulares y días buenos y saber comunicarlo

 

Son momentos duros para todos, de incertidumbre laboral y académica, de preocupación por seres queridos, de agobio por varios frentes. Y por eso alguno de nuestros hijos puede tener sin duda el día torcido. Y por eso alguno de nosotros puede en un momento estallar o estar irritable o desanimado. Y para que la cosa no se tuerza demasiado, es fundamental hacer un esfuerzo por comunicarnos, siendo receptores y también emisores.

 

Conectarnos con nosotros mismos (qué me está pasando), comunicarnos con los otros miembros de la familia y comunicarnos también con nuestros vínculos importantes en el exterior.

 

Nuestros hijos tienen que comunicarse también con sus iguales (si son adolescentes todavía más).

 

Si somos dos progenitores, fundamental, para poder intercambiarse los días malos en el que uno pueda apaciguar un poco los ánimos.

 

Y si estás solo/a en la crianza, imprescindible, para buscar un foco de desahogo y apoyo que no sean tus hijos.

 

 

  • Oportunidad para saborear momentos familiares con nuestros hijos (que los bandidos, no paran de crecer)

 

Si, de acuerdo, no todo son rosas, también hay espinas. Sin duda, hay momentos muy estresantes, en los que más que saborearlos, uno está deseando masticarlos sin piedad.

Pero también es cierto, que en esta circunstancia excepcional que estamos viviendo, si nuestra salud no los permite, estamos pasando un tiempo con nuestros hijos que nunca se volverá a repetir.

 

Y sí, se están fortaleciendo vínculos. Y hay una parte en los niños (sobre todo si son más pequeños) en que están encantados de estar con sus padres todo el día.

 

Y sí, se pueden saborear momentos de jugar juntos, reírse juntos, enseñarles cosas, ver una peli en familia.

 

Y sí, se pueden saborear momentos de leer, de sentirse independiente dentro tu casa, de reflexionar y mejorar pequeñas cosas para que nuestra convivencia sea mejor.

 

P.d. Muchos padres y madres pensarán que sus hijos son demasiado pequeños para aprovechar estas oportunidades. Nosotros siempre decimos que, respetando el momento evolutivo, la educación y el aprendizaje comienza desde el mismo nacimiento.