DEBERES SÍ, PERO…
No hay duda que se ha generado un gran debate que pone en cuestión la utilidad de las tareas escolares, después de jornadas maratonianas de muchos niños y niñas.
Es cierto que el marco legislativo educativo actual (con la LOMCE entrando en vigor), que borra con desdén la concepción integral de la educación, y donde parece que lo único que importa es obtener resultados y preparar, desde cada vez más temprano, para las famosas reválidas (utilizando sin tapujos métodos pedagógicos repetitivos y mecánicos) embarra y crea confusión sobre qué es lo fundamental para aprender mejor.
Es cierto también, que a veces falta coordinación pedagógica en los colegios e institutos para impedir que las tareas escolares se conviertan en algo imposible de cumplir.
Y por último, no es menos cierto, que los padres, que muchas veces se quejan de la enorme cantidad de deberes, diseñan agendas semanales para sus hijos, repletas de todo tipo de actividades extraescolares.
Sin embargo, a pesar de las trabas y vacilaciones que se puedan generar, queremos ayudar a los padres, bajo el paradigma del sentido común y bajo el soporte de numerosas teorías científicas y psicopedagógicas, a obtener una perspectiva más equilibrada sobre las tareas escolares, donde, consideramos, que el más beneficiado, será el estudiante.
DEBERES SÍ porque efectivamente ayudan a que el niño, de manera gradual, vaya adquiriendo un sentido de hacerse cargo, de responsabilidad. Habrá que ayudar a entender al escolar, que su aprendizaje en el colegio es su obligación más importante para poder llegar a ser autónomo y sentirse realizado.
PERO respetemos el momento vital de cada niño y no menospreciemos la necesidad de jugar (que tanta importancia dan todos los expertos) como eje central para su desarrollo emocional y social.
DEBERES SÍ porque aprenden a esperar. En una sociedad donde lo inmediato predomina, es muy importante, ayudar a los chicos y chicas a entender que el esfuerzo tiene su recompensa. Un famoso experimento llamado “El test del Caramelo” del psicólogo Walter Mischel y su posterior estudio longitudinal señaló la importancia del factor del aprendizaje del autocontrol en niño para un posterior competencia social-emocional y académica. Los niños que eran capaces de esperar parece que llevaban una vida más feliz. El test del caramelo. Los deberes, el estudio y sus metas a largo plazo cultivan esa capacidad de autocontrol.
PERO no nos olvidemos de ponernos en el lugar de los niños, de que su lógica no es nuestra lógica, de que su formas de expresarse, no coinciden con las nuestras, las del mundo adulto. Su corteza prefrontal (encargada de la autorregulación y la planificación) no se encuentra madura.
DEBERES SÍ Y ESTUDIAR TAMBIÉN porque es necesario ejercitar, repasar, afianzar los aprendizajes para que en el cerebro se establezcan mayores conexiones neuronales y se anclen los conocimientos.
PERO es recomendable también no sólo realizar tareas mecánicas de repetición, sino también fomentar la creatividad y la investigación, utilizar diferentes inteligencias según la teoría de Howard Gardner (en la mayoría de los sistemas educativos tienen un excesivo peso la inteligencia lingüística y la lógico-matemática)
DEBERES SÍ Y ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES TAMBIÉN porque complementan la formación de la escuela con ricos aprendizajes.
PERO buscando un equilibrio. Como dice el pedagogo Enric Roca “no se les puede regular todo”, “ni tener agendas repletas de actividades productivas”, porque a veces si se satura, sí que surge la desmotivación.
En definitiva,
DEBERES SI, PERO SIN ABUSAR porque si nos centramos sólo en eso, si descuidamos otros aspectos, el aprendiz, o bien perderá su curiosidad innata por aprender o se creerá que eso es lo único importante.
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